martes, 23 de septiembre de 2014

El guardián entre el centeno, actividad 1.

El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger

Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nació, como fue todo ese rollo de su infancia, qué hacían sus padres antes de tenerlo a él, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no, él no tiene ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y segundo, porque a sus padres les daría un ataque si él se pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo su padre. Son buena gente, no dice que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que les va a contar su autobiografía con pelos y señales. Sólo os va a hablar de una cosa de locos que se le pasó durante las Navidades pasadas, antes de que se quedara tan débil que tuvieran que mandarle ahí a reponerse un poco. A. D. B. tampoco le ha contado más, y eso que es su hermano. Éste vive en Hollywood. Como no está muy lejos de aquel antro, suele venir a verle casi todos los fines de semana. Él será quien le lleve a casa cuando salga de ahí, quizá el mes próximo. Acaba de comprarse un ¨Jaguar¨, uno de esos cacharros ingleses que se ponen en las doscientas millas por hora como si nada. Cerca de cuatro mil dólares le ha costado. Ahora está forrado el tío. Antes no. Cuando vivía en su casa era sólo un escritor corriente y normal. Por si no saben quién es, os dirá que ha escrito El pececillo secreto, que es un libro de cuentos fenomenal. El mejor de todos es el que se llama igual que el libro. Trata de un niño que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Es una historia estupenda. Ahora D.B. está en Hollywood prostituyéndose. Si hay algo que él odie en el mundo es el cine. Ni que se lo nombren.




No hay comentarios:

Publicar un comentario